sábado, 30 de noviembre de 2013

EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO

EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO.
J.D Salinger

Nacido en Nueva York en 1919 y fallecido a los 91 años, Jerome David Salinger fue uno de los más importantes escritores estadounidenses. Autor de El Guardián entre el Centeno, se convirtió en un clásico de la literatura moderna.
Salinger, muy conocido por sus rarezas, participó en la Segunda Guerra Mundial, se casó dos veces y se dedicó a tres tipos de religión (budismo, cienciología y cristianismo). Celoso de su vida privada, se muda a Hampshire al final de su vida para vivir recluido en el campo.
Su novela más conocida, El Guardián entre el Centeno, cuenta la historia de Holden Caulfield, un chico de diecisiete años recién expulsado del internado.

Holden es un chico inadaptado que vive atormentado desde la muerte de su hermano Allie, quien para él era la mejor persona del mundo. Soporta a la gente a su alrededor, pero en muchas ocasiones siente un odio profundo hacia los demás. De ahí a que en el libro haya tantos monólogos mentales del joven. Perspicaz e impredecible vive una serie de aventuras desde que se escapa del internado que decide narrarlas un año después de que sucedan.

Antes de irse, va a despedirse del señor Spencer, al único que tiene aprecio de la escuela Pencey. En la casa del profesor, éste le habla sobre la madurez y el tener que tomar la dirección adecuada, a lo que Holden insiste que entiende cuando no hace más que mentir al anciano. Caulfield es un mentiroso compulsivo, le encanta mentir, como cuando coge el tren a Nueva York y se encuentra con la madre de su compañero Ernest Morrow asegurándola que su hijo es un chico muy sensible cuando no es más que un burro.

A su llegada a Nueva York vemos por primera vez a Holden solo, es más que destacable su tendencia al dramatismo y al sentimiento depresivo. Habla solo, fuma demasiado y despilfarra sin cuidado los ahorros.
Dentro del primer hotel en el que se aloja, después de un intento de pasar una buena noche de borrachera, se cita con una prostituta. A pesar de no mantener relaciones con él, ésta intenta timarle y al negarse a pagar lo que le solicita, su proxeneta pega una contundente paliza a Holden.

En numerosas ocasiones se acuerda de dos personas, la primera, su hermana pequeña Phoebe, a la que quiere con locura y la segunda, Jane Gallaguer, con la que tuvo un verano idílico de “casi noviazgo”.

A pesar de no hacer más que acordarse de Jane, decide llamar a otra novia suya, Sally Hayes, con la que va al teatro y, después de un ligero momento de locura, le pide que vaya con él al Sur y vivan en el campo. Ella le dice que está loco y él se echa a reír. Al separarse de ella no sabía ni porqué había montado el numerito.
Aburrido como se encontraba y demostrando de nuevo esa necesidad de estar acompañado latente en toda la obra, llama a Carl Luce, un chico mayor que él. Un poco sabelotodo y con un afán desmesurado de parecer maduro, le incordiaba de verdad que Holden le preguntara sobre su vida sexual, con lo cual, Holden se dedicó a ello durante todo el rato que estuvieron juntos, hasta sacarle de quicio.
Al quedarse solo de nuevo, se pega a la barra y coge la borrachera del siglo.
Llama a Sally Hayes para disculparse y decirla que irá a colocar el árbol de Navidad con ella. Sale del bar y en Central Park comienza a pensar en las personas que irían a su funeral si acabase muerto aquella noche. Y lo único que le animó fue pensar que no dejarían ir a Phoebe por ser tan pequeña, entonces decidió ir a casa a verla.
Se coló en la casa con la suerte de que sus padres no estaban en ella, y fue directamente a la habitación de su hermano D.B, donde dormía Phoebe cuando éste no se encontraba en Nueva York.
Al despertar la niña, le empieza a contar lo que le ha pasado estos días, y ella se preocupa pensando en que el padre le va a matar, para que se quede más tranquila, así que decide llamar a un antiguo profesor suyo y amigo de la familia, el señor Antolini, para pasar la noche en su casa.
Cuando llega a casa del profesor, le preparan un sofá cama y se acuesta allí, pero a mitad de la noche se despierta con el señor Antolini acariciándole la cabeza. Holden se aterroriza y huye de allí.

Va a la estación de Grand Central, donde tenía las maletas y duerme allí un rato. Cuando de la estación y forja el plan de marcharse al sur a vivir tranquilo, se haría el sordomudo y así nadie le molestaría, pero antes de irse debía despedirse de Phoebe.
Mientras iba al colegio a dejarla una nota y quedar con ella en el Museo Natural, experimenta una especie de ataque de pánico, y va hablando sólo, diciendo todo el rato <Allie no me dejes desaparecer. No dejes que desaparezca. Por favor, Allie>.
Llegó Phoebe al Museo con una mochila en la mano, y al decirla que no se podía ir con él, se enfadó tanto que la única forma en la que consiguió que se le pasara era invitándola al carrusel. Entonces Holden se empezó a sentir bien, empezó a llover y sólo pensaba en lo guapa que estaba su hermana con su abrigo azul dando vueltas y vueltas sin parar.

Aquí Holden deja de contar su historia y nos lleva de nuevo al presente, da a entender que está encerrado en un psiquiátrico y se arrepiente de contarlo todo, por que ahora echa de menos a todo el mundo.


En mi opinión es un libro enternecedor pero muy deprimente, Holden es tan absorbente que hace que te sientas exactamente como él y en alguna ocasión he tenido que parar de leer un par de días. Su autor es excelente, sabe como meterse en la cabeza de un adolescente con problemas y parece identificarse muy bien con él. Un libro muy recomendable, pero no tanto si tienes tendencias al estado depresivo, entonces debes leerlo con un bol de chocolate al lado para animarte.

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